Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad mis ojos y mis manos como un árbol carnal, generoso y cautivo doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho dan espumas mis venas y entro en los hospitales y entro en los algodones como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacĂas amanezcan ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado que retoño y aún tengo la vida.